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09 marzo 2022

EL HOSPITAL SAN BARTOLOME

El Hospital San Bartolomé, fundado por Bartolomé de Vadillo, atendía exclusivamente a negros, sean estos esclavos o libres. Fue destruido totalmente en dos oportunidades y la actual edificación, que es la mejor conservada de los hospitales coloniales, corresponde a la reconstrucción realizada después de 1756. Con el advenimiento de la República y la desaparición formal de las castas se lo convirtió en hospital militar, función que cumplió hasta que se creara el actual Hospital Militar.



El gran cambio a partir de julio de 1821: se transforma en Hospital de atención de los heridos de la Guerra de la Independencia, sobre todo la División Colombia, que permanecerá hasta 1826 junto con sus inválidos y se les embarca con destino a su país. 
Desde 1826 se inicia como Hospital Militar de San Bartolomé, dependiendo en forma directa del Ejército Nacional, a cargo de un Cirujano Mayor y de un cuerpo de profesionales médicos y cirujanos integrales, más estudiantes de San Fernando interno y externos.


A partir de 1858 se incorporan las Hermanas de la Caridad de San Vicente Paúl, servidoras de los enfermos, en la parte administrativa, funcional y de gestión.




Historia

El hospital San Bartolomé fue fundado en 1651 por el sacerdote agustino fray Bartolomé de Vadillo, con el propósito de que fuera un centro de asistencia para negros libertos. Vadillo comprobó la necesidad de un establecimiento de ese tipo, pues sucedía entonces que cuando un esclavo negro dejaba de ser productivo, sea por enfermedad o vejez, el amo le daba libertad, para evitar hacerse cargo de su atención. De modo que eran muchos los libertos que quedaban en total desamparo.


El hospital se erigió muy cerca del hospital Santa Ana (dedicado a los indios) y del de San Andrés (donde se atendía a la gente de origen español), en el barrio de Santa Catalina, calle San Bartolomé (novena cuadra del actual jirón Miró Quesada), en donde funcionó durante más de trescientos años, hasta que en 1988 fue trasladado al sitio que actualmente ocupa.



El recinto sufrió los estragos del terremoto de 1687, siendo parcialmente reconstruido por el sargento mayor Manuel Fernández Dávila, que era el mayordomo del hospital.​ Una segunda destrucción sufrió durante el terremoto de 1746, por lo que debió ser completamente remodelado.



En 1821 empezó a ser usado para la atención de los soldados del ejército libertador, en especial de los grancolombianos que llegaron para luchar a favor de la independencia del Perú. Consolidada la República independiente, se convirtió en Hospital Militar, pasando su administración y sostenimiento a cargo del gobierno. Su personal lo encabezaba un Cirujano Mayor, más un cuerpo de cirujanos y médicos, así como alumnos de la Facultad de Medicina de San Fernando, externos e internos.


En 1866 pasó a la competencia de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, hasta 1880 en que volvió a la administración del gobierno, durante la dictadura de Nicolás de Piérola.



En 1910, al reorganizarse el servicio de sanidad militar del Perú, el hospital San Bartolomé quedó bajo la dependencia de la sanidad militar. Adoptó entonces el nombre de Hospital Militar de San Bartolomé, y funcionó como tal hasta 1958, cuando se inauguró el moderno Hospital Militar Central de la avenida Brasil.



El viejo hospital de San Bartolomé fue remodelado y ampliado en 1961, convirtiéndose en Hospital Centro de Salud Materno Infantil, y quedando bajo la dependencia directa del Ministerio de Salud Pública.



En 1988 se trasladó al amplio local situado en la octava cuadra de la avenida Alfonso Ugarte, que hasta entonces había sido la sede del Instituto de Enfermedades Neoplásicas.​ Por entonces se llamaba Hospital Materno Infantil San Bartolomé. Actualmente se denomina Hospital Nacional Docente Madre Niño San Bartolomé.



15 febrero 2022

HOSPITAL DE LA MISERICORDIA

Los primeros nosocomios de salud mental en Lima tienen sus orígenes en el siglo XVI. Los referentes más próximos son el Hospital de Santa Ana (1548) y el Hospital Real de San Andrés (1552). El primero se dedicó inicialmente a la atención de indígenas de ambos sexos y posteriormente restringió la asistencia sólo a mujeres. El Hospital Real de San Andrés atendía a españoles. Posteriormente se fundó el Hospital de la Caridad (1559) para mujeres españolas y el Hospital San Bartolomé (1646) para la atención de los negros.

HOSPITAL DE LA MISERICORDIA


Durante los primeros años de la República del Perú funcionaron en Lima las denominadas "loquerías", la de varones en el Hospital de San Andrés y la de mujeres en el Hospital de la Caridad, y a partir de 1840, en el Hospital de Santa Ana; ambos hospitales habían sido fundados durante el Virreinato del Perú, en el siglo XVI.



La atención de los enfermos mentales a mediados del siglo XIX, no difería en absoluto de la que se brindaba en el periodo colonial. Los enfermos eran recluidos en “loquerías” que se encontraban dentro de los hospitales generales, abandonados a su suerte y viviendo en condiciones infrahumanas. La loquería de San Andrés apenas destinaba un médico para la salud de los internos dejando la atención de salud mental en manos de empíricos.



Las malas condiciones en las que se encontraban los internos de las loquerías fueron denunciadas reiteradamente por el médico José Casimiro Ulloa. Así, en un documento escrito por aquel en 1859, puede leerse lo siguiente: 

“Es imposible atravesar el dintel de lo que se llama loquerias sin huir la vista de escena tan desoladora. La loquería de Santa Ana nos presenta, desde luego, un patio húmedo o cubierto de lodo, donde se ven aquí o allá montones de piedras, y en donde yacen sentadas, echadas o en cuclillas, las desgraciadas locas que, cubiertas de harapos y con la expresión particular que da á sus semblantes su mal, se nos presentan como las brujas de Macbeth".

Las malas condiciones sumado a la sobrepoblación en las que se encontraban los internos fue denunciado por el médico José Casimiro Ulloa (1829–1891) quien emprende la búsqueda de un nuevo establecimiento bajo condiciones adecuadas.



​Tal situación llevó a la fundación del Hospital de la Misericordia, en la Quinta Cortés, un antiguo local del barrio del Cercado​ que había pertenecido inicialmente a los jesuitas y que luego había pasado a funcionar como cuartel. La inauguración se llevó a cabo el 16 de diciembre de 1859, trasladándose todos los internos de las antiguas loquerías de San Andrés y Santa Ana.



El local elegido tuvo su ubicación en la Quinta Cortés, en el Barrio del Cercado. Como antecedente histórico se sabe que dicho lugar había sido sede del antiguo Colegio del Cercado, fundado en 1592 por el rey Felipe II para la instrucción de indios. En 1620, la Compañía de Jesús se hizo cargo del establecimiento hasta su expulsión en 1767. A raíz de este incidente el Colegio del Príncipe fue destinado, por orden real, como Hospicio de Pobres a fin de brindar ayuda a los mendigos y desvalidos de la ciudad.



Tiempo después el hospicio pasó a ser administrado por la Beneficencia y luego por el gobierno según Real Cédula del año 1803. Con el ocaso virreinal, el hospicio fue convertido en Cuartel de las tropas del Marqués de Valle Umbroso.

Durante la República, la Beneficencia vende el local a la familia Guiulfo y en 1857 vuelve a comprarlo para que funcione el Hospicio de la Misericordia y Hospital de Insanos en la Quinta Cortés, antigua residencia de jesuitas ancianos, enfermos o convalecientes. 
Finalmente, el 16 de diciembre de 1859 se inaugura con el nombre de Hospital Civil de la Misericordia. Por primera vez se construye un hospital destinado a la asistencia y curación de dementes teniendo como primer director al Dr. Casimiro Ulloa, precursor de la psiquiatría en el país.



El nuevo establecimiento fue construido bajo el marco teórico del tratamiento moral inspirado por Philippe Pinel, en Francia, aunque con siete décadas de retraso. Así, en su Reglamento Provisional de 1897 puede leerse, como funciones de las Hermanas de Caridad
“Art. 54. (…) 
6.º Procurar con todo empeño que los enfermos estén constantemente limpios y sean tratados con afecto, sin obligarlos á prácticas religiosas que ellos no acepten. (…) 
9.º Impedir que los enfermos sean maltratados de palabra o de hecho por los guardianes ú otros enfermeros. (…) 
11.º Las Hermanas deben velar rigurosamente para que los enfermos gocen toda la libertad de acción y de movimiento compatibles con este Reglamento”. 

En cuanto a los guardianes, figuraba entre sus obligaciones: 
“Art. 94. (…) 
4.ª Emplear siempre la persuasión y la dulzura, sin injuriar ni maltratar á sus pacientes, de obra ó de palabra (…).”

El hospicio se hizo conocido por haber albergado a personajes como los escritores peruanos Mercedes Cabello de Carbonera y Jorge Miota,​ habiendo sido también mencionado en algunas obras, como Una visita al manicomio, de la argentina Juana Manuela Gorriti.



Sin embargo, con el transcurso del tiempo el edificio del Hospital de la Misericordia (que era más conocido como Hospicio de Insanos o Manicomio del Cercado) resultó insuficiente para la creciente población que fue albergando. El médico Manuel Antonio Muñiz, sucesor de Ulloa, lamentó insistentemente las condiciones de hacinamiento en las que vivían los insanos, así como los malos tratos que recibían, exigiendo la construcción de un establecimiento más amplio. En un artículo publicado por él escribió lo siguiente:

  “Se puede decir, sin exagerar, que el manicomio de Lima, ni en su principio ni aun con sus mejoras posteriores, satisface las múltiples exigencias científicas. Y hasta duro es decirlo no merece el nombre de hospital de insanos. La verdad debe decirse entera. (…) El local no es ni siquiera apropiado para casa de reclusión. Fáltale mucho para eso. Fundar un manicomio es una obra muy difícil, muy laboriosa, muy delicada. Y todas estas circunstancias le faltaron al de Lima en su fundación. Quizá hubo demasiado talento para convertir un convento en una casa de locos. (…) O se tiene un buen manicomio ó no se dá tal nombre, á un edificio, á un local que no lo merece”.

Manuel Antonio Muñiz
Manuel Antonio Muñiz


Recién en 1900 se inició la edificación de un nuevo manicomio en el poblado de Magdalena del Mar, la cual no se concluyó hasta el 1 de enero de 1918, cuando se inauguró el Asilo Colonia de la Magdalena, lugar a donde fueron trasladados todos los pacientes del Manicomio del Cercado.
El 01 de enero de 1918, se inauguró el Asilo Colonia de la Magdalena, lugar a donde fueron trasladados todos los pacientes del Manicomio del Cercado. Al año siguiente, el filántropo trujillano Víctor Larco Herrera fue designado como inspector general modernizando el lugar. 

Victor Larco Herrera
Victor Larco Herrera


A partir de 1930 cambiaría su denominación como Hospital “Víctor Larco Herrera”, nombre que conserva hasta hoy.
En lo que se refiere al local del Hospital Civil de la Misericordia, se utilizó a partir de 1922 como Escuela de la Guardia Civil y Policía, en 1961 como sede del colegio Leoncio Prado y desde 1977 como sede del colegio “Alipio Ponce Vásquez” en Barrios Altos.

Hospital Victor Larco Herrera
Hospital Víctor Larco Herrera

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