02 enero 2018

La casona más antigua de Lima

Para gran parte de los limeños, la llamada Casa del Oidor, ubicada en lo que ahora es la esquina de los jirones Carabaya y Junín, es la construcción más antigua y primigenia de la Lima recién fundada.

Casa del Oidor
Casa del Oidor



La vieja casona, construida sobre dos de los cuatro solares en que fueron divididos los 117 ‘escaques’ del llamado Damero de Pizarro, fue construida por Alonso Riquelme, tesorero de los conquistadores, y después habitada por Gaspar Melchor de Carbajal, encargado de escuchar (‘oír’) las quejas de los vecinos. De ahí su nombre.


Casa del Oidor




Sin embargo, ese edificio, como todos los construidos en el siglo XVI, fue modificado o reconstruido después del terremoto del 28 de octubre de 1746, que dejó solo 25 casas de pie en Lima, “tan averiadas, que […] se tuvo por más prudente el derribarlas y tornarlas a edificar de nuevo”, según la crónica.




En su Monumenta limensis, el pintor e historiador Juan Manuel Ugarte Eléspuru afirma que la edificación limeña más antigua que se conserva desde la Colonia es la llamada Casa de Pilatos (jirón Áncash 394), erigida en 1592 y hoy sede del Tribunal Constitucional.


La mansión solariega fue construida por el jesuita y arquitecto Jerónimo Ruiz Portilla y, a su muerte, concluida por Martín de Aizpitarte, por encargo de una hija del conquistador Josef Jarava, esposa del encomendero Diego de Esquivel. 



Según Ricardo Palma, en 1536 el comerciante judío Juan Bautista Pérez fue acusado ante la Santa Inquisición de flagelar una imagen de Cristo, en compañía de diez israelitas. Los once fueron quemados vivos, aunque de esto no hay noticia en los anales inquisitoriales.
La afirmación de Ugarte no es la primera. Lo mismo dicen el arquitecto Héctor Velarde en Itinerarios de Lima, y Margarita Cubillas, en Lima monumental. El primero afirma que el solar sobrevivió a los terremotos de 1687 y de 1746.




Ugarte indica que en un plano de 1599 aparece la casa tal como se ve hoy, aunque con las modificaciones hechas después del incidente de Pérez, que motivó la independización de la parte infamante, y su posterior venta.
Lo que hace de este palacio una joya invalorable de la arquitectura limeña antigua es su depurada singularidad, sin rival en Lima ni en América hispana toda. Es un estilo protobarroco de gran majestad que da al conjunto ese aire institucional y monasterial, a la vez que de señorío feudal.


Su suntuosidad hizo que durante la Colonia se hospedaran en ella las personalidades que visitaban nuestra capital. (En Lima, solo la Casa Aliaga –frente a la puerta lateral de Palacio de Gobierno– tiene la escalera al centro como eje del diseño de planta.)




En el siglo XIX pasó por varias manos; a principios del XX fue alquilada como colegio, y en 1941 la adquirió el Ministerio de Educación, como sede del INC, que se trasladó al Museo de la Nación.



Coincidimos con la propuesta de Ugarte de destinar esta mansión solariega a un museo dedicado exclusivamente a rememorar la pasada grandeza de nuestra Lima.

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